Lo que hay que ver

«El gato con botas. El último deseo» (Joel Crawford, 2022)

Continuación de la exitosa El gato con botas (Chris Miller, 2011), y realizada como spin-off del universo Shrek, estamos ante una película mejor y más divertida que su antecesora, y con personalidad propia. Una de las causas de esta mejoría es el modo en que se aleja en fondo y forma de esa posmodernidad descarada y anacrónica del famoso ogro, razón a la vez de su éxito y del rechazo que causa entre no pocos espectadores.

Además del acierto visual —ha sido animada con la misma técnica que Spider-Man: un nuevo universo (Peter Ramsey, Bob Persichetti, Rodney Rothman, 2018)—, y de un guion construido sobre el telón de fondo de la amenazadora presencia de la muerte, que persigue al protagonista (sin duda, lo mejor de la película), hay que señalar una paradójica carencia. Se trata de una limitación que suele lastrar un tanto este tipo de cintas: la sucesión de chistes y comentarios brillantes, unida a la trepidante acción, terminan por abotargar la capacidad de percepción del espectador, dificultando así el disfrute del propio ingenio que exhiben guionistas y directores. Literalmente, no se da abasto.
Sea como fuere, creo que se trata de una película con la que DreamWorks ratifica su tendencia ascendente (ya visible en Turbo y, sobre todo, en las trilogías de Kung-Fu Panda y Cómo entrenar a tu dragón), y que se sitúa muy por encima de lo que presentan este año las cada vez más decepcionantes Disney y Pixar en la carrera hacia los premios. Con todo, en este caso creo que el Pinocho de Guillermo del Toro será demasiado rival para este espadachín en la pelea por los Oscar —aunque de seguro no lo dejará herido de muerte…—. Veremos.
Eduardo Segura

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